Tras lo de Indra, ya no creo en el sistema electoral español. Son demasiadas ocasiones ya en las que se pone en cuestión el recuento de los votos. Si a esto se añade la toma de control por «agentes pro Sánchez» de la empresa elegida (en circunstancias extrañas a través de un concurso público corregido con bastantes irregularidades) para contar los votos, pues qué quieren que les diga, que esto ya no parece una democracia, y la democracia debe parecerse a una democracia.
Si a este tema de los votos le sumamos la toma del Tribunal Constitucional por el juez que «se manchaba la toga en el polvo del camino etarra», la sumisión absoluta de los medios públicos, la sumisión publicitaria de la mayoría de los privados, la legislación a golpe de decreto, un gobierno de varios partidos poco amigos de la libertad, alguno de ellos declarados comunistas sin rubor, un Presidente que manipuló las elecciones en su propio partido, visitantes extraños y poderosos en Moncloa, el apoyo al gobierno de partidos radicales, proterroristas, independentistas… pues… la ensalada hiede.
Si me obligasen, pues votaría a una fusión del liberalismo económico de Ayuso con los valores de Vox, pero como no hay nadie así, pues escribiré «Estoy huérfano» en la papeleta y seguiré mi camino de esperanza trabajando para mi familia y mi entorno.