Los blanqueados y Rubiales

Pues llego tarde porque el pescado debería estar vendido tras la publicación de un video de las jugadoras de la selección femenina de fútbol con Jennifer Hermoso a la cabeza, cachondeándose del «pico», de Rubiales, de la «boda Rubiales-Hermoso», de Ibiza y de la madre que las parió, se cachondeaban de todo menos del lío que pocas horas después montaron con la repugnante mentira del «acoso sexual».

Es vergonzoso y humillante para las víctimas reales de agresiones. Es lamentable para las protagonistas. Es presuntamente delictivo para la implicada. Es hipócrita por parte de políticos que no han abierto la boca con la prostitución de menores a su cargo en CCAA del PSOE. Es patético ver a periodistas acosadores y cerdos machistas acusar a Rubiales en estas horas bajas para quedar bien con sus bien-pagadores. Triste fue ver los titulares de todos dándolo por dimitido como una información veraz y al día siguiente confirmar que no solo no era información sino una lúgubre humillación de la prensa al que manda.

En fin, que hemos asistido, de nuevo, a un espectáculo lamentable en esta España nuestra, cada día más decadente y menos virtuosa.

Y como todos empiezan por ahí, yo acabo por aquí: Rubiales no merece estar en su puesto hace ya años, pero no por esta estupidez macarra, sino por sus barbaridades en el cargo, con dinero ajeno, año tras año, y, recordémoslo, siempre protegido por los que ahora encabezan la manifestación de «a la horca con él». Hasta hace unos días era «uno di noi». Por eso, y porque seguramente sabe «cositas» de más de uno, se defiende con esa misma chulería con la que le quieren echar.

En el evangelio de estos días, el de Mateo 23:28, podemos rematar bien este post:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!. Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad!»

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