la Xunta

Seis años, dos jefes, presupuesto para aburrir. Ser el rey del mambo pero tener que dar demasiadas explicaciones. Inventar un sistema que llevaba 20 años inalterable pero a la vez medir cada paso para evitar complicaciones a los de arriba. Una etapa enriquecedora pero con fecha de caducidad. Todo el mundo debería aportar algo al «común», pero debería irse en cuanto lo hubiese hecho. Te anquilosas, no hay más reto que el de quedarse allí para siempre. Y eso es peligroso seas quien seas

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