
Es bien sabido que el día previo a las elecciones, en España, los votantes se dedican a reflexionar. Pero yo creo que no es cierto. Reflexionamos mucho más que ese día. Reflexionamos con medidas que no nos gustan, con actitudes con las que no nos identificamos, con incumplimientos que nos desagradan, con cabezas de lista con los que no nos identificamos… Queda aún un mes para las elecciones y la verdad es que llevo semanas pensando, reflexionando, barrenando…
Las primeras elecciones de este año, por decisión del sr. presidente Schz, son las generales.
Hace unos meses, aún muy frío, muy distante, pero ya con el run run de posible convocatoria, me decía a mi mismo que si el PP volvía a poner a «sor Pastor» de número 1 por Pontevedra, no la votaba. Era más una vaga ilusión de un PP renovado, pero me lo temía. Sexta o séptima vez de cabeza de cartel (8ª o 9ª si contamos a su compiyogui Mariano) y ya no, ya no más. #Hagoquepase, o paso yo, que me da igual que me da lo mismo…
Y esos mismos meses llevo escuchando entrevistas, viendo videos, oyendo comentarios de gente de mi entorno sobre la nueva ola, los de VOX. Y dicen todo lo que me gustaría decir, se quejan de lo mismo que me gustaría quejarme, ponen el dedo en las llagas que me gustaría tocar, y, pensando pensando… he pensado que por segunda vez en mi vida (la primera fue en defensa de un Aznar arrinconado por la patulea progresista por la «guerra de Irak») voy a votar con verdadera ilusión. Espero que no nos engañen, aunque tampoco pasa nada, porque lo hacen todos y siempre.