España, 2021

No sé ni por donde empezar, la verdad. El gobierno de Sánchez lleva un año y parecen los 21 del título, #jesúsdiormioquecruz!

Desastre con la pandemia, caos de gestión económica, a toda velocidad con su agenda ideológica globalista y criminal, mentirosos a diario por tierra, mar y aire, permanente postureo y cero gestión real para el ciudadano… en fin, un panorama bastante desolador.

Está casi todo dicho y casi todo escrito en estos meses por gente mucho más capaz y lista que yo.

Hoy quiero poner mi humilde lupa en las razones de todo esto. Como leo foros, redes sociales y artículos mucho más allá de lo que, con sentido común, mi mujer me aconseja, estoy al tanto de las posibles conspiraciones. Una de ellas asegura que Sánchez es una marioneta del «Nuevo Orden Mundial» encabezado (en la superficie, detrás hay muchos más y quizá aún más poderosos) por Soros, al que recibió en su primera semana en Moncloa (esto no es conspiración, es un hecho contrastado y publicitado por presidencia del gobierno). Esto «explicaría» que estamos siendo un país experimental para conocer la reacción de la sociedad a medidas de confinamiento duro, de caos normativo, de control de circulación… que ayudarían a seguir dando pasos en los oscuros objetivos de esos taparrabos que quieren, sobre todo, cientos de millones de personas menos de las que hay (sobre todo ancianos) que no aportan nada a ese «progreso» que buscan. El archiconocido malthusianismo con reestilin del siglo XXI. No suena tan loco. Menos población mundial, más controlada, y más feliz.

Hay por internet un spot de 3 minutos, tras una reunión del Club Bilderberg, sobre los «objetivos de la Agenda 2030» que explica bastante bien todo esto.

2. Una segunda explicación sería, sin tanta interferencia internacional del Deep State, algo más vulgar, un social-comunismo adaptado a los tiempos. Hiperlegislación, caos regulatorio autonómico, más tamaño del estado, menos control democrático (estado de alarma)… para disminuir el peso del individuo a cambio de más poder institucional, gubernamental o estatal, que me da lo mismo que me da igual.

3. La tercera, y todas son mezclables y compatibles entre sí, sería la de la inutilidad manifiesta. Un tipo ignorante, sin recorrido profesional avalado, sin ideas propias, sin lecturas ni formación seria, un tipo que habría copiado su propia tesis, gana de rebote (muy buena «estratagema política», pero de la política barriobajera de hoy, la de unir a enemigos más que buscar objetivos elevados) la presidencia con una moción de censura y desde ahí, nombrando (obviamente) a tipos aún más inútiles que él (nadie le hace sombra, o el/la que se la hace un rato, se da cuenta y baja el perfil (M. Robles sería el único caso), entre ellos comunistas de universidad con ideas de bomberos-toreros, y se dedica casi en exclusiva a cultivar su imagen, rodeado de asesores sin pudor a los que les importa nada la ciudadanía, con el único objetivo de debilitar a los contrarios para ganar las siguientes elecciones. Pactos con nacionalistas (destrozar el acuerdo solidario entre comunidades), con independentistas (destrozar España), con comunistas (destrozar la democracia) y con quien haga falta para seguir mandando.

Es verdad que en esto se ha convertido la política hoy, en prevalecer. Bonito verbo, aunque aplicado así no tiene nada de bonito… Lo hacen todos los partidos, sí. Muy mal, es cierto, pero cuando no tienes ningún referente moral este comportamiento se acerca demasiado al totalitarismo.

A unas horas de las elecciones catalanas del 14 de febrero, Sánchez no está inquieto por lo que pase. Ya ha dado pruebas más que suficientes de, da igual la forma y las incoherencias salvajes, vender a quien sea y como sea para seguir teniendo las riendas bien ajustadas.

El lunes 15 volveremos a las reuniones silenciosas en sitios más o menos oscuros pactando lo que sea necesario sobre la hacienda y la libertad de los españoles. Los medios, ay los medios, validarán (bien «pagaos») lo que salga de esas habitaciones espúreas, y una mayoría ignorante seguirá comprando esas migajas que le vendan en titulares de tinta o imágenes de prime time a cambio de unas paguitas y poder ver el concurso o la serie de la noche.

Por no acabar tan negativo… ¿Esperanza? Haberla haila, aún en las catacumbas. Se está moldeando, la están creando, a martillazos, las medidas y personas que he descrito, pero aún no tiene ni visos de ser alternativa.

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