Dilema de los del sentido común

Recordando el colegio, cuando uno de esos matones de patio había tomado la decisión de buscar lío, no parecía sencillo evitarlo. Poco a poco la tensión iba in crescendo hasta que estallaba la pelea.

O como en Regreso a futuro, puedes aguantar lo indecible si no quieres que haya «tortas», pero ya si llaman gallina a tu familia… pues ya no lo aguantas y te das la vuelta para dar la cara.

Vienen estos ejemplos a cuento de la situación política en España de estos últimos meses, fruto lejano, en mi opinión, de la semilla plantada por ZP y su idea de rehacer la historia de la transición, que no le debía gustar mucho al hombre…

La izquierda toda, desde Sanchez a Podemos pasando o acabando en los nazionalistas de todo pelaje y región, busca las cosquillas a todo lo que no sea su idea. Y tensa, y llama a los demás fascistas, y los acusa de querer dar un golpe de estado pero no atreverse, y acusa a la guardia civil de una posible insurrección, y lanza alertas antifa, y elimina a los muertos que no le interesan políticamente en los recuentos, y todo el mundo es malvado y con tintes dictatoriales, y… gallinas!

Y los de enfrente en general aguantan, porque hombre, no vamos a bajar a su altura, porque sería aumentar la crispación, porque no hay que entrar a las provocaciones… y, si alguna vez se contesta, inmediatamente eres tachado de todo tipo de cosas por los que lo han provocado: «¿veis? Mira cómo reaccionan¡ Si ya lo decía yo, es que no tienen vergüenza, es que son todos unos fachas!»

El dilema es interesante. ¿Aguantas? ¿Pones la otra mejilla? ¿Contestas pero con un tono mucho más bajo, con lo que nadie se hace eco?

La respuesta más enjundiosa que he leído sobre esto es que hay que ser «más listos» y tomárselo «con sentido del humor», que no hay nada que fastidie más a un progre provocador de tensión que sonreírse mientras respondes algo simpático, de modo que eliminas de inmediato su pretendida seriedad y «desmontas» su argumento a la vez que reduces la tensión.

Puede ser. La otra opción es, como diría un amigo, engrasar el trabuco.

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