Pues hete aquí. Ayer se concretó el robo.
Tras semanas y semanas de vaselina sicológica, de desgaste de palabras hasta el abuso, de escándalos, que, por repetición, in diminuendo, soba que te soba… van convirtiéndose despacio en, primero, simples anuncios sorprendentes, luego en algo así como «¡si es que mira tú, serán capaces de hacerlo!» para acabar convenciéndonos, con toda la pléyade de palmeros en el 90% de los medios, de que lo que era un escándalo hace 20 días ahora es un modelo ético de pacificación, de democracia ejemplar, y además, vámonos arriba, un pacto digno de celebración histórica! Y hete aquí que nos reencontramos. Jodientos pero contidos, que diría alguno.
Y el que todavía es capaz de levantar la mano pidiendo explicaciones a que le roben impunemente la cartera y el honor, pues se encuentra con las clásicas raciones de desprecio por fascista o antidemócrata. Y ya estaría. El asco de ver que hoy, al día siguiente, tras las hienas llegan los buitres, los cuervos y los gusanos a recoger los últimos restos ya no nos escandaliza, empieza uno a encontrarlo normal tras tanto reportaje de la 2 a la hora de la siesta.
Tiene uno la sensación de ir un poco por delante. Quizá por leer muchos artículos, mucha opinión, mucho twitter, mucho telegram… yo qué sé, por ese vicio estúpido de querer estar a la última de lo que se cuece… quizá, decía, que por tanta actualidad rondando en la cabeza, algunos no nos sorprendemos de lo que luego pasa, posiblemente porque lo hemos «leído» taantas veces antes que, cuando ya ves el titular en la prensa generalista, pues ya no es novedad. Es una especie de «me lo dije» una y 1.000 veces» y por eso ya no duele tanto. Así, ver a los de alrededor escandalizados el día 10 cuando llevas desde el día 3 con eso bastante claro, pues es una mezcla de hastío y pena, porque quizá hubiésemos podido hacer algo más el día 3, seguramente no, pero el 10 ya está todo el pescado (español en este caso) vendido.
¿Pero no se puede hacer nada? ¿Salimos a la calle y protestamos y ya? ¿Cómo es posible que pueda gobernar si ha prometido en campaña que nunca haría lo que está haciendo? ¿Puede ser presidente con este descaro? ¿Con estas mentiras taannnn a la cara? ¿Esto es legítimo? Pues no tengo las respuestas claras, porque en otros casos, en países sanos y democracias éticas, contestaríamos que el poder judicial lo impediría porque atenta directamente contra la constitución, contra la igualdad, contra toda lógica de cohesión territorial… pero quien debe validar esas acciones es un órgano (ex-judicial) corrompido hasta el tuétano por los mismos políticos que ya han parasitado las instituciones, prostituido los medios y violado cualquier estructura de poder y control para impedir que, sin violencia, el común de la gente tenga capacidad de hacer algo para salvar su dignidad de ciudadano.
Y ahora observemos a las tribus de muertos vivientes del entorno.
En primer término, por cercanía, en España encontramos, deambulando, a los yonkis equidistantes, a los extremeñosasturianosandalucescastellanosvalencianosaroagoneseseinclusocatalanesgallegosyvascos que han votado unas siglas mentirosas, y mucho muy rojas, que saben que les ha traicionado, tanto a ellos como a su tierra, que los van a dejar sin inversiones, sin una idea de España, desiguales con respecto a otros (antiguamente) compatriotas… y aún así, como los drogatas que no pueden no pincharse, siguen con la estrofa de «por lo menos no gobiernan los otros…». Dales otra jeringa en el telediario-metadona y aguantarán hasta la próxima.
Si miramos en diagonal, hacia la zona gris, ahí los vemos, por ahí asoman, los zombis bienintencionados de «este gobierno no es para siempre», «estos pasarán y volveremos a elecciones», «aguantaremos el chaparrón y volverán tiempos mejores…», «la democracia es más fuerte que un mal gobernante» o el de «ojo, hay que protestar, pero con mucha serenidad y siempre sin violencia, no vaya a ser que nos llamen radicales» o, los aún más patéticos, esos del «Europa nos salvará». Jajajaja. Me parto yo solo mientras los imagino. Ojalá no tuviese razón, pero olvidaros de Europa, de nuevo, esta vez.
Europa ya no pinta nada, si alguna vez pintó algo. Europa no existe, no tiene entidad ni referencias, no tiene valores ni objetivos. Europa acoge al principal socio de la traición en su seno, protegido e inviolable, aforado. Europa destroza nuestra agricultura y nuestra pesca, impone políticas ecosuicidas a la industria, importa millones de emigrantes ilegales sin rumbo, retuerce nuestras raíces judeocristianas hasta hacerlas irreconocibles, cede ante los fuertes y humilla a los débiles, Europa está acabada.
Los siguientes son los patriotas sistémicos, los cowboys que en los bares y ¡ojo!, incluso en las manifas, se dan perfecta cuenta de que esto no se soluciona con el Imagin de Lenon ni con cánticos subidos de insultos pero se queda ahí, «descolocao», con oreja y media pendiente de algún medio de comunicación a ver si toca subir un poco más el tono o irse a casa por si se calienta de más el disturbio y resulta que me dan un porrazo o algo. Son las señoras de agarrarse las perlas con un más que enérgico viva España o los caballeros deaquídesiempre, de los de hayquevercómoestamos pero no hacer una mierda más allá de pprotestar alto y voxtar fuerte. Con estos son con los que hemos llegado hasta aquí, hacia el precipicio, pero en perfecto orden y sin molestar.
No sé dónde ando yo, la verdad. Soy muy cowboy de protestar en bares, ni siquiera de manifestaciones, pero estoy detectándome una sensación creciente de que hemos concluido una etapa. De que España (creo que también Europa, pero eso es otro texto) ha llegado al límite de lo que permiten las costuras del traje del 78. El niño ha engordado, el chaval ha crecido mientras se atiborraba de golosinas y burguers, el muchacho no ha hecho nada de deporte y es ya obeso mórbido, el hombre ha cumplido casi 45 años y ya no es capaz de levantar el culo del sillón, está con diabetes, medio ciego y, con asistencia externa, 18 de las 24 horas. Le quedan pocos meses o, con suerte, algún año.
Por eso creo que hay que repensar qué queremos ser, superar lo de izquierda y derecha, volver a sentarnos asturianos y valencianos, sociales y liberales, rubias pijas y morenas cajeras, rurales y urbanos, para volver a entendernos con elementos, pocos, que nos unen, para reactivar eso que hemos llamado nación desde hace más de 500 años, recargar baterías y arrancar de nuevo. No sé qué coño es esto ni cómo se hace, pero o nos repensamos o nos vemos en la «confederación democrática de batallas sangrientas» o en el precipicio sin nombre.