Y pasó el 18F y todo siguió igual. Con una última semana de presión mediática de alta tensión, con todos los medios nacionales creando dudas sobre la opción de que un bipartito de nuevo se alzase con la victoria en las elecciones gallegas, al final la ciudadanía demostró que no había necesidad de cambio.
Sorprende ver estos días de resaca a los zurdos echar espumarajos. Ayer la ilusión del cambio por una Galicia con luz y hoy insultando sin cortarse a los gallegos por «votar mal», por «no salvar la sanidad» o por «no tener sensibilidad progresista» con la ecología de los fakepellets. Dan más pena que asco.
Más a la izquierda, se ve que conocen el percal de la Yoli-Lois y la Faraldo. Vaya dos piezas de las que nos hemos librado. Laus Deo.
En el otro lado, algunos dando saltitos por la no aparición en Galicia de Vox. Tras ocultarlos, frenarlos, ahogarlos y pisarles la cabeza, están orgullosos de que no respiren. Poco democrático lo que se hizo con Vox en esta campaña. Un poco extraño para los que se llenan la boca a diario con la palabra democracia, la verdad.
Y así estaremos otros cuatro años. Dando pasitos muy moderados y finos hacia una socialdemocracia repleta de un estado creciente, con paguitas por doquier, control de los medios, cerco lingüístico, semidictadura de género, de clima y de feminacismo progre… Pero ojo, estamos muy bien porque no ha llegado la izquierda. Ah! menos mal!