Arde París, arden ayuntamientos franceses, concesionarios de coches, tiendas caras del centro de varias ciudades son arrasadas… por franceses. Son emigrantes de segunda, de tercera generación que odian al país que acogió a sus padres o abuelos.
¿Por qué?
La versión progre es que no los atendemos suficientemente, la versión de la Europa integradora es que la culpa es de Polonia y Hungría que no los quieren, la versión macroniana es que hay mucho jaleo en las redes sociales, se coordinan gracias a ellas y hay que cerrarlas, la versión globalista es que todo va bien porque gracias a estas algaradas y caos, los estados, por culpa de algunos pocos, podrán cerrar un poco más la soga sobre los muchos, y así acelerar el NOM.
La otra versión, la de JM Le Pen, la de Meloni, la de Polonia, Hungría o Serbia, es que nos hemos pasado de la raya aceptando la llegada masiva de hombres norteafricanos en edad militar, con una religión y cultura incompatibles con la tradición europea, que no se sienten parte de los países de acogida, y que nos están invadiendo sin miramientos para, en cuanto puedan, tomar el poder y aplicar «sus» leyes y costumbres.
Elige tu versión.