Leo a unos y otros, liberales asustados por los moralistas y moralistas escandalizados, y de primeras entiendo ambas posturas.
El único matiz, además de la instintiva repugnancia que supone «comprar un niño», es a la frase de los libertarios de «no hace mal a nadie». Todo el mundo parece siempre olvidar, tanto en la fecundación in vitro como en este tema de la gestación subrogada, a los embriones ya fecundados que se tienen que producir y desechar para el objetivo de la maravillosa misión de traer una nueva vida al mundo. Esos embriones son la paradoja amoral de este asunto, en mi opinión: uno es magnificado, nace, le educan y tiene todo un desarrollo universal como ser humano completo porque es vida y además se llama Dani, los demás son olvidados en cuanto Dani se implanta correctamente en el útero de alquiler que toque. ¿Qué pasa con los no Dani que podrían ser Isabel, Berta, Carmelo o Antonio? ¿Por qué nadie les presta ni un segundo de atención?
En esta mierda de mundo que nos hemos dado, a esto yo le tramaría «embriofobia», que al tener lo de fobia, hoy en día debería estar mu mal… pero no tienen ni medios, ni altavoces, ni liberalios, ni viejas frustradas que los defiendan.
La moral se tiene o no se tiene. Si se tiene, se aplica o no a tu vida (no creo que la moral, incluso la mayoritaria, deba ser legislable para todos), lo que no podemos es dejar de expresar lo que pensamos con la intención de que más gente se sume a esa finura ética cada día más necesaria en esta sociedad que ya, y bien que lo siento, es más pre-diabólica que moderna.