Ya cae el 11 de enero y, al contrario que la mayoría de las elecciones anteriores (por lo menos las que yo he vivido) no parece claro quien va a jurar el día 20 de enero como presidente de los EEUU.
Si le preguntas al español medio te respondería que o no lo sabe (me temo que incluso la mayoría) o que obviamente Joe Biden. Esto dicen los medios y la aparente lógica.
Una realidad que podríamos llamar «paralela» es lo que opinan muchos seguidores de Trump: que han robado las elecciones por tierra (papeletas por correo), mar (voto electrónico) y aire (muertos votando y todo tipo de jugarretas en los colegios electorales) y que Trump, a pesar de lo que parece, no ha cedido y prepara sorpresas.
Hemos tenido de todo desde el post anterior. Lo más destacado ha sido la tensión entre las dos «familias» políticas americanas, los demócratas y los republicanos. Y dentro de los republicanos, los trampistas y los, podríamos decir, del establishment.
En cuanto al lío Dems – Reps, pues lo habitual, cruce de acusaciones sobre fraude sí o fraude no.
Más lío parece haber habido entre los republicanos trumpers o antitrumpers. Al final parece que los Reps perdieron los dos senadores de Georgia en la repetición electoral del 5 de enero y el empate que eso supone en el Senado hace que esa cámara sea controlada por los Dems gracias al voto de desempate de la Presidenta, la demócrata Nancy Pelosi (que tiene su propio post, la señora, bufa lo que se cuenta en las redes de su familia, de su hijo… una joya).
El caso es que el día 6 de enero Trump había convocado a sus huestes en Washington (imagino que confiaba en haber ganado el Senado) para decirles que hay que seguir luchando y que no hay que perder la esperanza. Cientos de miles de trumpers se reunieron allí y al acabar el speech del Presidente muchos de ellos bajaron hasta el Capitolio a mostrar su descontento por lo que consideran el robo de las elecciones y lanzar su grito de guerra «Stop the Steal».
Tras unas horas de protesta, empezó el verdadero lío.
He visto decenas de videos de fuera y de dentro del capitolio esas horas y estas son mis apreciaciones:
- La inmensísima mayoría de los que protestaban lo hicieron civilizada y pacíficamente (nada que ver con las hordas Antifa y BLM de los meses anteriores en el mismo Washington y muchas otras ciudades americanas).
- Una minoría traspasó las vallas de protección y se acercó al edificio, provocando momentos de tensión. Sorprendente la poca protección policial e incluso hay imágenes de agentes de seguridad invitando a acceder a la zona restringida tras las vallas.
- Varios grupos entraron en el edificio. Y aquí, por lo que he visto, hay diferentes grupos
- Los de «falsa bandera». Son varias decenas de miembros activos de grupos conocidos izquierdistas (BLM o Antifas) que accedieron al edificio, parece, incluso antes de que el resto de grupos accediesen. Hay imágenes de ahora detenidos grabando desde dentro del edificio antes de que la mayoría entrase. Según algunas fuentes, este grupo pudo «agitar» a la multitud más agresiva a entrar. Esto, según algunos republicanos, habría permitido el «asalto», la apariencia (falsa bandera) de «golpe intolerable contra la democracia» y con el, la justificación para hacerle el histórico segundo impeachment a Trump.
- El segundo grupo podríamos llamarlo «los exaltados trumpers», los más agresivos de la pacífica manifestación, en primera línea, que cuando tienen la oportunidad (hay muchas dudas si entraron por la fuerza o les abrieron las puertas, de hecho hay vídeos muy sospechosos de colaboración interna de la seguridad del capitolio) pues entraron y pasearon por los corredores haciéndose las famosas fotos, como la del chiflado del gorro de bisonte. Una mezcla de fanáticos y exaltados que realmente (vistas las imágenes) no tenían ni media pinta de ser una horda destructora de la democracia. No quiero ni imaginar que pasa eso en 2017, con los radicales leftists en la toma de posesión de Trump. Busca las imágenes si no las has visto. Esos sí que dan miedo y están fuera del edificio. Nada que ver. De hecho no sé exactamente cómo se fueron, pero hay vídeos de los de seguridad dirigiéndoles hacia la salida como si fuesen una excursión de jubilados…
- El tercer grupo, en mi opinión, son republicanos que estaban en la manifestación en segundo término y al ver que los exaltados entraban, pues hombre, aprovecho, entro y me doy una vuelta por el capitolio. Hay tendríamos a americanos normales y corrientes y a algún pillo listillo, como el que se llevó el atril de la speaker Pelosi para intentar venderlo por Ebay. El «pringao» inocente ha sido arrestado hace pocos días cuando ya había acordado vender la pieza por 90.000$. No le ha salido a cuenta.
El tema es que tras esta «toma del edificio de la democracia» los demócratas vieron el cielo abierto, acusaron a Trump de instigar a la gente a asaltar el Capitolio con violencia y en dos días le estaban aprobando un segundo proceso de destitución. Todo un show para las tvs, pues nunca conseguirán los dos tercios necesarios para destituirlo. Pero el daño para su reputación ya estaba hecho.
Pasados unos días ya dará igual a la opinión pública que se demuestre que muchos antifascistas entraron con la anuencia de la seguridad del Capitolio. Ya se ha hecho el impeachment y «de nuevo queda claro que Trump y sus seguidores (75 millones, la mitad de los votantes americanos) son, sino fascistas, gente peligrosa que no sabe vivir en democracia. La doble vara de la izquierda, como siempre, ni una palabra similar salió de sus bocas con las algaradas violentas, destructoras, quemadoras y arrasaduras de Seatle o de Washington pocos meses antes. Al contrario, toda la izquierda o cayó, o apoyó esas violentas manifestaciones, algunas de ellas de semanas de duración. En fin.
¿Y ahora qué? Pues hoy es 15 de enero, el Capitolio está fortificado con miles de «soldados» (extraños por su apariencia, porque parece ser que son compañías llegadas de todo el país con aspecto más de civiles que otra cosa) medio acampados en los pasillos para preparar una «toma de posesión segura» del presidente electo Biden.
Trump, por su parte, llama a la calma a sus seguidores pero es verdad que sin hablar claro sobre el nuevo gabinete.
Tres corrientes de información para los próximos días, una la demócrata, que asegura que Biden tomará posesión con normalidad «a pesar de la presión trampista antidemocrática». Y dos republicanas, la de los que cuentan con que Biden se haga con la presidencia y empiece «la fiesta» judicial que acabará con él presumiblemente entre rejas por el robo electoral (esta teoría estaría encabezada por la abogada Sidney Powell a la cabeza de lo que ella llama «We the People», es decir, el pueblo americano), y la otra, más «heavy», es la teoría de la conspiración de los Anons, de los Q, un grupo «patriótico» que asegura desde hace meses que ocurrirá algo «bíblico», que «se va a destapar toda la verdad», que «caerá la tormenta perfecta» y frases similares refiriéndose a que un grupo de militares, en «defensa de la democracia y el país», destaparán miles de secretos sobre connivencia de demócratas con los chinos, sobre pederastia de las élites, sobre el salvaje robo electoral…
Quedan pocos días para saber qué ocurrirá. Hace semanas la verdad es que podría poner la mano en el fuego por que se iba a demostrar el fraude, pero poco a poco parece que esas enormes promesas de «destapar todas las pruebas» parece que no se han cumplido (los jueces, es cierto, no han entrado en ningún caso al análisis de las pruebas, simplemente han despejado los balones diciendo «a mi no me compete esto» (no me meta en líos), pero también es cierto que los próximos meses tendrán que estudiar esas demandas y se verá qué ocurre. Es cierto que es muy dificultoso demostrar con pruebas, «irrefutables», una conspiración organizada para manipular todas las elecciones (no las de un condado o un estado, que podría ocurrir, sino una conspiración global de toda américa), por lo que no parece sencillo que aunque se confirmen muchas de las pruebas vistas (aquí hay cientos de ellas: http://hereistheevidence.com), se pueda demostrar la «gran conspiración en un tribunal. Veremos.
Por el otro lado, el de los que «estallarán los cielos», se agotan las horas, pues el 20 está prevista la toma de posesión de Biden. Estas fuentes aún creen en un arresto masivo de demócratas y conspiradores contra los Estados Unidos tras la instauración de una especie de «ley marcial» permitida por alguna de las «Act» emitidas por Trump en estos dos años. Por lo que he leído, esto podría ser hasta legal. El problema es en qué podría derivar: violencia en las calles e incluso insurrecciones y hasta una guerra civil.
No creo que eso pase. Los más moderados impedirán la violencia y seguirán en la batalla judicial.
Aún así, el mosquean 2020 con la suma de la «pandemia», la presión sobre los conservadores en USA con las algaradas BLM y Antifa, la parcialidad de los medios y las big-tech, y el denominado «nuevo orden mundial» comandado por la ONU, la OMS y muchos países cercanos a China son demasiados elementos unidos para pensar que no tienen absolutamente nada que ver entre ellos.
Según un conocido tuitero, nos adentramos en una época muy dura para los conservadores en Estados Unidos (y por ello en el mundo occidental) pues tendrán, hasta las próximas elecciones de 2022, todo el poder en sus manos.
Ojalá, de verdad, no haya unidad de acción entre los globalistas, los demócratas americanos, los chinos y el resto de totalitarios, porque de verdad las pasaremos realmente canutas los próximos años.
En cualquier caso, mientras nos dejen, aquí seguiremos, con esperanza cristiana en que, a la postre y pase lo que pase en el medio, la Gran Batalla Final la ganamos nosotros.
(Si pasan más cosas, «escribirélas». Si tengo ganas)